La muerte me desgasta, incesante J. L. Borges
Los tupidos bajorrelieves del cuerpo ajeno
Las esculpidas hondonadas confundidas en la maleza
Las arterias hastiadas de clorofila
Erupcionan savia parda
El ocaso transpira lágrimas de sudor anaranjado
La quemante enredadera satura su inmaculada piel
apenas barnizada de rocío
Acogota las extremidades con una fruición nociva
Acelera su pulso de magma ardiente
Las acampanadas flores ígneas
Lo contornean
lo funden lentamente a la crujiente hojarasca
Arañándole la carne jugosa
Incrustándolo de negras semillas vellosas
La hiedra frenética va asfixiándolo
Con mullida sinuosidad
en deliciosos soplos de cordura
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