sábado, 29 de mayo de 2010

-­ te debo haber tratado muy mal para que tardes tanto en perdonarme
­- ­no se, me dolio
­- ­tenes razòn, y si queres decirme algo màs, (o escupirme si me vez por la calle )estas en tu derecho
­- jaja obviamente que no te quiero escupir,
­- ajjaj que bueno

(una milesima de desesperanza
se reintegrò)

domingo, 23 de mayo de 2010

[...Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora...]

Gioconda Belli ~
Ficcionario (fragmento)

" Las ilusiones del patriotismo no tienen término. En el primer siglo de nuestra era, Plutarco se burló de quienes declaran que la luna de Atenas es mejor que la luna de Corinto; Milton, en el XVII, notó que Dios tenía la costumbre de revelarse primero a Sus ingleses; Fichte, a principios del XIX, declaró que tener carácter y ser alemán es, evidentemente, lo mismo. Aquí, los nacionalistas pululan; los mueve, según ellos, el atendible o inocente propósito de fomentar los mejores rasgos argentinos. Ignoran, sin embargo, a los argentinos; en la polémica, prefieren definirlos en función de algún hecho externo; de los conquistadores españoles (digamos) o de una imaginaria tradición católica o del "imperialismo sajón". El argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse a la circunstancia de que, en este país, los gobiernos suelen ser pésimos o al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino, es un individuo, no un ciudadano. Aforismos como el de Hegel -"El Estado es la realidad de la idea moral"- le parecen bromas siniestras. "

JorGe Luis BorGes

sábado, 15 de mayo de 2010

Quise compañía y obtuve un monologo
quise un final feliz y me quedè en el pròlogo
Esa no me la esperaba, (y doliò)
Nunca se sabrà como hay que ocntar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no serviràn de nada. Si pudiera decir: yo vieron subir la luna, o : nos duele el fondo de los ojos, y sobre todo asì: tù la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros rostros.

De repente me pregunto por què tengo que contar esto, pero si uno empezara a preguntarse porquè uno hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamente por què acepta una invitaciòn a cenar (ahora pasa una paloma y me parece un gorriòn) o por què cuando alguien nos ha contado un buen cuento, en seguida empieza como una cosquillita en el estomago y no se està tranquilo hasta entrar en la oficina y contar a su vez el cuento; recièn entonces uno està bien, està contento y puede volverse a su trabajo. Que yo seoa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse d epudores y contar por que al fin y al cabo nadie se averguenza de respirar o de ponerse los zapatos; son cosas que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio roto, entonces hay que ocntar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la oficina o al mèdico.Ay, doctor, cada vez que respiro ... Siempre contarlo, siempre quitarse esa cosquillita molesta del estòmago.

Julio Cortazar, Las babas del diablo.

sábado, 1 de mayo de 2010