lunes, 28 de junio de 2010

De manera que nos inventamos nuestros recuerdos, que es igual a decir nos inventamos a nosotros mismos, por que nuestra identidad reside en la memoria, en el relato de nuestra biografía. Por consiguiente, podríamos deducir que los humanos somos, por encima de todo novelistas.

Poco a poco fui advirtiendo que no podría hablar de literatura sin hablar de la vida; de la imanación sin hablar de los sueños cotidianos; de la invención narrativa sin tener en cuenta que la primera mentira es lo real.

Todos esos novelistas que han creído perder en algún momento el paraíso escriben para intentar recuperarlo, para restituir aquello que se ha ido, para luchar contra la decadencia y el fin inexorable de las cosas.

Rosa Montero
Los llamados locos son aquellos individuos que residen de modo permanente en el lado sombrìo: no consiguen insertarse en la realidad y carecen de palabras para expresarse, o bien sus palabras interiores no coinciden con el discurso colectivo, como si hablaran un mensaje alienigena que ni siquiera pueda traducirse. La esencia de la locura es la soledad. Una soledad psíquica absoluta que produce un sufrimiento insoportable. Una soledad tan superlativa que no cabe dentro de la palabra soledad y que no puede ser imaginada si no se ha conocido. Es como estar en una tumba enterrado vivo.

Rosa Montero

sábado, 19 de junio de 2010


“Picasso es español, yo también.
Picasso es pintor, yo también.
Picasso es un genio, yo también.
Picasso es comunista, yo tampoco”.

domingo, 13 de junio de 2010

SE SUPONE

Se supone que hay dudas sumamente poéticas,
tristezas avaladas por las musas
y además endosadas por la Real Academia,
dulces melancolías que esmaltan los crepúsculos
de colores lindísimos.

Se supone que hay penas que ni hechas de medida
para extasiar niñitas,
soledades que casi son un coito
de perfectas,
angustias prestigiosas como heridas de guerra,
rompimientos ya escritos con ritmo de bolero:
debemos separarnos,
me acordaré, te acordarás, etcétera.

Se supone que hay tedios elegantes,
desvelos a los cuales baja chisporroteando el genio desde el techo,
preguntas y temores que ocasionan sonetos,
neurosis aceptables, llevaderas, simpáticas,
borracheras que nacen con el sello de la celebridad,
cansancios que maduran en corazones sabios y de vuelta.

Se supone,
es lícito aceptar que existen,
que de acuerdo
a una bibliografía tan bella como extensa
ellos están allí,
demostrando, brillando, guiando, corrigiendo.

Se supone,
fácilmente se admite que deben existir,
no es mi intención negarlo por supuesto,
simplemente
quería decir con toda honestidad,
yo no.


Constantini

sábado, 12 de junio de 2010

Cuanto creès que va a durar la calma antes de la tormenta?

lunes, 7 de junio de 2010

" Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia.
(...)
Muchos de los grandes negocios promueven el crimen y del crimen viven. Nunca hubo tanta concentración de recursos económicos y de conocimientos científicos y tecnológicos dedicados a la producción de muerte. Los países que más armas venden al mundo son los mismos países que tienen a su cargo la paz mundial. Afortunadamente para ellos, la amenaza de la paz se está debilitando, ya se alejan los negros nubarrones, mientras el mercado de la guerra se recupera y ofrece promisorias perspectivas de carnicerías rentables. Las fábricas de armas trabajan tanto como las fábricas que elaboran enemigos a la medida de sus necesidades.
"


Galeano


[... Porque mirad
sin musgo,
mi corazón de yesca,
qué hicimos,
qué hemos hecho
con nuestras pobres manos,
con nuestros esqueletos de invierno y de verano.

Como si no existiera más que el sudor y el asco;
como si sólo ansiáramos nutrir con nuestra sangre
las raíces del odio;
como si ya no fuese bastante deprimente
saber que sólo somos un pálido excremento
del amor,
de la muerte...]

Girondo