De manera que nos inventamos nuestros recuerdos, que es igual a decir nos inventamos a nosotros mismos, por que nuestra identidad reside en la memoria, en el relato de nuestra biografía. Por consiguiente, podríamos deducir que los humanos somos, por encima de todo novelistas.
Poco a poco fui advirtiendo que no podría hablar de literatura sin hablar de la vida; de la imanación sin hablar de los sueños cotidianos; de la invención narrativa sin tener en cuenta que la primera mentira es lo real.
Todos esos novelistas que han creído perder en algún momento el paraíso escriben para intentar recuperarlo, para restituir aquello que se ha ido, para luchar contra la decadencia y el fin inexorable de las cosas.
Rosa Montero
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