domingo, 28 de septiembre de 2008

Nacer a veces mata y ser feliz desgarra.





Todavía es siete de septiembre en el gélido aire de mi habitáculo, las ratas lo tienen en claro y aprovechan los cajones repletos de alegrías descartables para sus moradas, el vinilo se repite una y otra vez idéntico, demoliendo el sonido anterior para replicarlo al instante siguiente , las paredes respiran tu nombre, y un rincón de mi inconciente busca identificar en los deslavados limites cuando fue en realidad que comenzaste a formar parte de estos pseudos ordenados desastres. Mis manos te llaman sin necesidad de palabras. Solo necesito respirarte un momento más. El alba esperará. Los relojes se cansaran de recorrer el mismo camino. La escenografía se desatará con gotas gruesas que caerán sobre el vidrio. Tu sonrisa será indeleble. El futuro será cercano. El presente será eterno. Las dudas correrán a esconderse tras los zócalos, la película adoptará una forma estática, los ruidos se apagaran un momento, los sueños los devoraremos con las manos.

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