domingo, 20 de diciembre de 2009

Desde el seco orificio

Que desglosa de un impacto nítidamente circular

Las astilladas estrías se bifurcan, se ramifican

Como inorgánicas y frágiles raíces a través del vidrio

Descascarando el reflejo de una tupida aglomeración

Una urbe que segrega clorofila sintética y soledad

Una imagen deformada, embebida en luces

De dilatadas avenidas donde

Un caudal constante de Vicios y virtudes transitan

Encubiertos en la indeleble en la viscosidad de la ciudad,

Entre ásperas arboledas de retorcido concreto

Nutridas del un pútrido pantano

Que se halla en las napas más ondas del espíritu,

Corren, Urgidos por la prisa

Evadiendo los pétalos de jugoso matices

que se afianzan, demoliendo el silencio

Ese espacio vacío donde se incuba el estruendo de su risa

En las callejuelas

Retumba el sollozo quedado de un reloj

El interferido ronroneo metálico de una radio

que digiere con rapidez las desdichas ajenas

Y la suerte nómada se arrastra ultrajada

Vomitando sangre y pétalos marchitos

Salando las llagas infectas de los mohosos suburbios

Donde una muerte tambaleante

Tararea afónica,

Un vals desafinado

Con resabios

de azufre

y cenizas

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