Desde el seco orificio
Que desglosa de un impacto nítidamente circular
Las astilladas estrías se bifurcan, se ramifican
Como inorgánicas y frágiles raíces a través del vidrio
Descascarando el reflejo de una tupida aglomeración
Una urbe que segrega clorofila sintética y soledad
Una imagen deformada, embebida en luces
De dilatadas avenidas donde
Un caudal constante de Vicios y virtudes transitan
Encubiertos en la indeleble en la viscosidad de la ciudad,
Entre ásperas arboledas de retorcido concreto
Nutridas del un pútrido pantano
Que se halla en las napas más ondas del espíritu,
Corren, Urgidos por la prisa
Evadiendo los pétalos de jugoso matices
que se afianzan, demoliendo el silencio
Ese espacio vacío donde se incuba el estruendo de su risa
En las callejuelas
Retumba el sollozo quedado de un reloj
El interferido ronroneo metálico de una radio
que digiere con rapidez las desdichas ajenas
Y la suerte nómada se arrastra ultrajada
Vomitando sangre y pétalos marchitos
Salando las llagas infectas de los mohosos suburbios
Donde una muerte tambaleante
Tararea afónica,
Un vals desafinado
Con resabios
de azufre
y cenizas
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