Cuaderno con espiral, pollera tableada, burbujas en su aureola, Irene sube al 26. Una viejita le sonríe con húmeda ternura. Ella derrama sobre la viejita lindos chorros de candor juvenil y piensa : esta retardada no sabe que voy a visitar a mi amante. Saborea hasta el carozo la palabra amante y apenas la descorazona - una melancólica bruma, una remota y conocida sensaciòn de que otra vez se està haciendo trampa con las palabras- el hecho de que ella nunca ha esperado a nadie en deshabillè como la distante mujer deseada. Todo lo que viene haciendo desde hace meses es escuchar a este hombre a cuya puerta està llamando ahora, quien laboriosamente persiste en moverle el piso, en hacerle estallar la cabeza, en reducir a polvo su aurìfero orgullo de niña superdotada que pudo conocer el Teorema de Tales o la teoría del Apoyo Mutuo son haberse tomado el trabajo de leerlos - puro ludo (ha dicho èl) o accidentes de la naturaleza, como ser ventrìlocuo o culona, pero que hacemos con esto, con las taras o preces que dios nos diò ¿què estrella construiremos, que caverna, què piedra sobre piedra?
Zona de Clivaje, Liliana Heker
cuando vos seas escritora, yo los ilustro y leli se duerme encima como prensa, dale?
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