viernes, 2 de abril de 2010

Cuaderno con espiral, pollera tableada, burbujas en su aureola, Irene sube al 26. Una viejita le sonríe con húmeda ternura. Ella derrama sobre la viejita lindos chorros de candor juvenil y piensa : esta retardada no sabe que voy a visitar a mi amante. Saborea hasta el carozo la palabra amante y apenas la descorazona - una melancólica bruma, una remota y conocida sensaciòn de que otra vez se està haciendo trampa con las palabras- el hecho de que ella nunca ha esperado a nadie en deshabillè como la distante mujer deseada. Todo lo que viene haciendo desde hace meses es escuchar a este hombre a cuya puerta està llamando ahora, quien laboriosamente persiste en moverle el piso, en hacerle estallar la cabeza, en reducir a polvo su aurìfero orgullo de niña superdotada que pudo conocer el Teorema de Tales o la teoría del Apoyo Mutuo son haberse tomado el trabajo de leerlos - puro ludo (ha dicho èl) o accidentes de la naturaleza, como ser ventrìlocuo o culona, pero que hacemos con esto, con las taras o preces que dios nos diò ¿què estrella construiremos, que caverna, què piedra sobre piedra?

Zona de Clivaje, Liliana Heker

1 comentario:

  1. cuando vos seas escritora, yo los ilustro y leli se duerme encima como prensa, dale?

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